Por Martín Faciano

La remoción del legislador Gerónimo Vargas Aignasse de la mesa de conducción legislativa ha sido la mejor manera que el vicegobernador Osvaldo Jaldo ha encontrado para atenuar la contundencia de la solicitada que casi la totalidad de los intendentes y delegados comunales firmaron para ratificar su apoyo a la conducción política e institucional del gobernador Juan Manzur.

El reemplazo del vicepresidente 1° saliente por el ex socialista monterizo Juan Antonio Ruiz Olivares, ha dado más indicios también de que el vicegobernador  pretende atrincherarse y blindarse en la Honorable Legislatura de Tucumán. A su vez, demuestra la voluntad de Jaldo de fortalecer su derarrollo territorial en la sección electoral donde Manzur tiene hegemonía total de los intendentes.

La indigestión del sapo y las pocas «pulgas» del vice

Analizar los movimientos durante los últimos días requiere obligadamente repasar la escalada de tensiones que hubo días atrás, cuando el vicegobernador cruzó al mandatario por las imágenes del locro en Pampa Mayo y la posterior acusación al titular del PE por la proliferación de pintadas con la leyenda «Pichetto – Jaldo 2021».

El primer episodio parece, estuvo más generado por la presencia del intendente simoqueño Marcelo Herrera, quien desde que se bifurcaron los caminos del binomio, rápidamente optó por encolumnarse bajo la conducción del gobernador y presidente del PJ tucumano. Todo indica que Jaldo todavía no puede tragarse ese sapo. Por eso mismo se explican también los pasacalles que aparecieron el fin de semana para intentar vincular al ídolo futbolista oriundo de Simoca, Luis Miguel «Pulguita» Rodriguez, con la figura del vicegobernador.

Pero la respuesta del 2 y su acusación posterior al 1 luego de las pintadas de la discordia, no fueron respuestas políticas sino acusaciones personales. Jaldo recurriría a la política recién en la sesión legislativa, cuando aceleraron la modificación de  la mesa de autoridades para erradicar  al manzurismo de la  línea  sucesoria y para hacerse del control total de la Comisión de Juicio Político.

Las internas de la interna. 

Uno de los puntos al que hay que prestarle atención es a los sub bloques de poder que operan y articulan por debajo de las figuras del mandatario y el vicegobernador. Tomando esa histórica distinción entre halcones y palomas, podemos decir que en cada bando hay un eje de moderados y un grupo de beligerantes.

En la línea que encabeza el vicegobernador, hay una distinción entre quienes tienen algún grado de responsabilidad institucional y suelen pedir la unidad, y entre quienes no tienen vinculación con el PE y apuestan al recrudecimiento de la interna.

En el caso del manzurismo, a grandes rasgos se puede hacer una síntesis entre quienes están dispuestos a trabajar a destajo para que Jaldo no sea el sucesor y entre quienes se manifiestan neutros pensando que se encolumnarán con quien sea una vez que la cuestión se resuelva. La diferencia entre ambos subgrupos es básicamente la voluntad de poder. 

Durante las últimas semanas, desde el congreso partidario  que contó con los congresales de los dos sectores, hasta la insulsa solicitada del jueves pasado, la conducción estratégica del conflicto parece haber recaído sobre el sector más pacifista del manzurismo. La definición política del de apostar a la gestión y no a la interna, y de no involucrar a ministros y dirigentes de primera línea en el conflicto, se proyecta como una de las potenciales debilidades del espacio que lidera el mandatario. Es que cuando el PJ está en pleno estado de ebullición, cualquier apología a la desmovilización y la decisión de no darle entidad a los arietes jaldistas  (los legisladores Javier Morof y Daniel Deiana, básicamente), en conjunción  con la sucesión  de lo que las bases denominan «errores no forzados», es inevitable que en el llano dirigencial no se vaya cultivando una sensación de duda e incertidumbre.

Así por ejemplo, mientras  se difundía la  solicitada  que poroteaba al peronismo institucionalizado en el interior y el bloque Lealtad Peronista hacía una conferencia de prensa en la sede partidaria para explicar los motivos de su ausencia en la sesión legislativa, en simultáneo, en el edificio espejado de Muñecas y Avenida Sarmiento, los jaldistas abortaban al manzurismo de la línea sucesoria y se hacían del control total de una comisión clave.

Por casualidad o por correlación, parece que cada triunfo de las palomas de Casa de Gobierno, significará también una victoria de los beligerantes de la Honorable Legislatura.  El próximo capítulo será seguramente  durante y luego de la interpelación al ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer. Por lo pronto, los pedidos de unidad van dejando de ser tendencia.

 

 

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