«La Sagrada Familia»: representaciones paternalistas y posicionamientos discursivos de Manzur, Elías de Perez y Alperovich

Por Facundo Arias

En época de campañas es interesante observar qué hay detrás de la figura y el posicionamiento de cada candidato y candidata al Gobierno de Tucumán. Es decir tratar de desentrañar qué significante o posición simbólica ocupa cada uno detrás del entramado de gestos, spots, acciones, tuits y demás mensajes que en varias vías de comunicación emiten los postulantes.

En lugar de preguntarnos que hacen los y las candidatas en Tucumán, es mejor preguntarnos por qué lo hacen, que sentido tiene y cómo intentan quedar impregnados en el imaginario la sociedad tucumana.

En estas lineas vamos a intentar analizar un toque las identificaciones que localmente se fueron creando en porciones mayoritarias de la sociedad. Buscando así abrir un debate, no cerrarlo. Se propone para ello alejarnos unos minutos del debate cotidiano sobre qué político hace, hizo o puede hacer mejor las cosas desde el Gobierno. Al contrario de eso indaguemos el vínculo que los candidatos intentan construir con las y los votantes.

¡Que Locura es esta!

El actual Gobernador y candidato Juan Manzur es quizás quien, de manera más clara, expresa lo que realmente busca en última instancia: aparecer como «Padre», gestor y protector de la ciudadanía, un administrador de las incertidumbres y necesidades en la salud, trabajo, economía y educación. Es el reflejo más claro de una personificación de un Estado, o  intermediario entre sociedad y una realidad diaria que es completamente adversa en materia de pobreza estructural, ajuste económico, servicios públicos básicos, etc.

Para ponerlo en términos precisos podríamos decir que el gobernador construye desde una posición de protector y único gestor posible de incertidumbres y necesidades, ante un futuro que asoma complejo. En él podemos encontrar el “Gran Padre” del que tanto habló el psicoanálisis. Por ende, allí se explica ampliamente su estética discursiva, visual y gestual de la postura de una figura que brinda cobijo, tranquilidad, ayuda a ciudadanos de todas las edades, a quienes pareciera calmar.

Pero construir un espacio simbólico no es solo definirse en únicamente en función de lo que uno es;  sino que  también es, sobre todo, negar ser otro. Es decir no solo «soy esto» sino que «No Soy El Otro». Y entonces ¿Qué no es Juan?: un loco gobernando, porque centralmente no hace locuras como las de un Gobierno Nacional que desprotege a la gente de este lado del mapa.

«No somos oposición, somos lo opuesto», dice el mandatario en uno de sus últimos spots.La versión 19 de que ofle el doctor pareciera ser esta asociación entre no proteccion = a locura.

Del Oxford al Chupín

Un periodista tucumano expresó algo así como que Tucumán no elige entre candidatos, sino que elige qué candidato peronista quiere colocar en cada espacio electivo. Difícil contradecir esto, Tucumán no solo tiene una 1 candidato cada 86 habitantes, en la Capital 47 acoples son de la dupla Manzur-Jaldo (PJ) y 18 de Elias de Pérez-Paz (UCR), estos últimos impuestos por un peronista, German Alfaro.

En esta gran interna peronista tucumana aparece el ex gobernador Jose Alperovich, que bajo ningún punto escapa a las identificaciones que el peronismo en Tucumán expresa. Por la particularidad de su rol actual, ex gobernador, se muestra como un mejor gestor, invocando constantemente un pasado de mejores condiciones de vida, lo que es producto de «Su autoría».

 JJ Alperovich apareció recargado y remarcando que “su” pasado fue mejor, destacándose como un mejor constructor de horizontes. Desde un pasado logrado, con un presente perdido, Alperovich viene a construir hacia adelante y volver a trabajar para gestionar de nuevo necesidades, ahí esta lo central de su postura. Hay una constante presencia del «viejo Padre» y sus virtudes, como conocimientos por su propia experiencia y esfuerzo, siempre personales.

Pero esa mirada al pasado para hacer/avanzar juntos, no viene desde una nostalgia a un pasado expresado tal cual fue. Reaparece ese «Mejor Padre», protector pero moderno. En una publicación exalta su viejo uso de pantalones oxford, reemplazados hoy por los chupines en los que dia a día intentamos encajar los millenials. Pero su nueva vestimenta no es solo un cambio de onda, es un nuevo JJ amable, con campera, menos serio, cercano a la gente, alejado incluso del viejo consejo de los padres de la consultoría argentina del traje y corbata. Hoy, Jose Jorge  aparece  más como un Padre-Pop que otra cosa.

Mientras se escribe esto, existe un cambio fuerte en las líneas discursivas de campaña del ex mandatario, que salió con tapones de punta, machacando sobre la falta de seguridad, mostrándose menos suelto y mas firme, con mano dura. Este cambio  no altera su matriz identitaria.

Los valores y Silvia

El otro actor político que intenta gobernar la provincia desde hace un tiempo, es el espectro que rodea al radicalismo, que de Cano a esta parte, parece haber ocupado el rol de opositor del peronismo. Esto no es una obviedad ya que el binomio PJ-UCR o peronismo-radicalismo no es desde hace largos años la disputa central de la argentina. Incluso podríamos decir que esta ultima palabra, radicalismo, desapareció como significante que totaliza el anti-peronismo. Ese lugar empezó nacionalmente a ser ocupado por Cambiemos.

Silvia Elias de Perez parte de la demarcación clara que el peronismo, y sus sucesivas personificaciones, han hecho uso y abuso de posición de Padres simbólicos de la sociedad y los humildes. A una sociedad que tuvo como conductores a Padres irresponsables, malos, corruptos Silvia ofrece el Amor Materno. Así su identidad pontifica a una madre que es simbólicamente un sinónimo de placer, tal cual el mito freudiano, que se diferencia de la imagen castradora y avasallante del padre simbólico.

A partir de esa idea, Silvia recurre tal vez al símbolo del amor, el corazón, llegando incluso a señalarlo constantemente con sus manos en el pecho. A las muestras de constante afecto materno los articula rápidamente con valores, en sí mismo. Estos últimos van desde la familia, transparencia, ética publica y la anticorrupcion, son invocados de forma completamente directa y aparecen como fundamentales de su actual y futura actuación. Los valores no aparecen en ella como algo a lo que se llega indirectamente mirando su accionar, ella muestra que: se rige por esos valores, después accionará según ellos.

Pero esa oposición Madre-Amor vs Padre-Malvado, que se le adosan valores no-peronistas, ignoran completamente la gestión de las incertidumbres sociales y precariedades que una sociedad como la tucumana padece simbolicamente[1]. Es decir, en la madre amorosa que intenta construir Silvia, hay algo que recuerda -el amor y valores fuertes- pero hay algo que olvida, y ahí reside lo que yo llamaría el dogmatismo de Silvia y su círculo (al que Alvaro Aurane llama el Ateneo No Entendemos Nada). Olvida que ante las grandes dolencias estructurales de la  economía, lo social y la infraestructura provinciales, hay una gran parte de la sociedad que se resguarda en solucionadores o gestores de demandas de este tipo. Así los valores enumerados, mas propios de un republicanismo europeo, no alcanzan o no son valorados por una mayoría de la sociedad. Mayoría hoy dividida en dos expresiones políticas como Manzur y Alperovich.

Me resulta difícil comprobar si es que fueron las ultimas elecciones nacionales, las que dejaron fuertes huellas y fanatismo a la candidata a gobernadora por Vamos Tucumán, optando por apoyarse en una campaña relatada sobre valores puros y rectores, sin ofrecer nada más. Tal vez ella misma está convencida que sus postulados discursivos son la clave para destrabar el chip peronista de los y las tucumanas.

Alguna vez el gurú electoral local, Hugo Aime, sostuvo: los ciudadanos buscan encontrar a una figura que les facilite su vida cotidiana …. (el consenso depende de) que el objetivo buscado por el dirigente permita que los representados  puedan alcanzar sus propias metas, objetivos y deseos. Tal vez aquí reside la gran incomprensión de la sociedad tucumana por parte de Silvia. Esperemos que esta incomprensión que sostenemos no sea la clave de un futuro crecimiento de Ricardo Bussi, el hijo del  genocida dictador difunto. Por el bien de la democracia, que así no sea.

[1] Cuando hablamos de incertidumbres sociales y precariedades sufridas simbólicamente, hacemos referencia a la representación simbólica de la sociedad de sus propias dolencias y faltas. Partiendo de la base que todo hecho de la vida real es percibido de diversas formas por una sociedad, al jugar diversos elementos en la construcción de la conciencia

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