Por Martín Faciano

El alto nivel de dispersión en todo el arco político opositor al gobierno provincial, es una de las principales preocupaciones de quienes están dispuestos a trabajar para construir una alternativa política local sin anteponer sus propias ambiciones personales como principal eje vector de cualquier potencial armado.

El novedoso  acuerdo que propone sellar el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, con el legislador que preside  Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, viene resultando una suerte de interpelación disruptiva en el seno de una Unión Cívica Radical que se debate entre doblarse o romperse.

La diferencia de posturas que prevalece en el interior del centenario partido viene planteándose (con el patrocinio del principal medio gráfico de la provincia) como una suerte de disputa generacional entre las referencias históricas y emergentes del radicalismo comarcano.

Lejos de cualquier organicidad partidaria, la dirigencia del intervenido Comité elige asistir a los escenarios periodísticos para mediatizar su discusión y decirse ahí todo eso que no se dicen cara a cara. Así, con la discusión de candidaturas en estos términos, la UCR tucumana se muestra como resignada a dejar que se diluya lo que venía siendo su elemento diferencial y, quizás también, su principal capital político: el último resabio de la cultura partidocrática en Tucumán; algo que el Partido Justicialista sacrificó desde que sus conducciones definieron que el partido de Juan Domingo Perón, al menos en la tierra de los acoples, no debía ser algo más que una mera herramienta electoral.

Entre tanta incertidumbre, hay algo seguro y es el hecho de que ya no se puede impugnar la discusión de candidaturas en un año en el cual, pese a la pandemia, se celebrarán los comicios legislativos nacionales de medio término.  Mucho menos si es que el Congreso de la Nación no avanza en el tratamiento del proyecto impulsado por los mandatarios provinciales para suspender las PASO.

Sin embargo, todo parece indicar que el debate en cuestión, trae encriptada y viene a anticipar una discusión que, en realidad, tiene más que ver con las candidaturas para las elecciones provinciales de 2023, que con los comicios venideros.

En ese sentido, el que  si dio algunas muestras gratis de sinceridad es el intendente de Concepción, Roberto Sánchez, quien si ha manifestado a su entorno sus intenciones de competir por la próxima  gobernación. Por ahora, auspiciando el acuerdo con el bussismo, el ex piloto se ofrece a conducir el bondi al que no muchos quieren subirse por desconfianza a que esta maniobra orientada a “impiar la provincia”, pueda terminar dejando a sus pasajeros en pampa y la vía. Quizás el antecedente bussista, de expulsar mendigos a Catamarca, hace que algunos correligionarios tarareen por lo bajo el hit popularizado por Sergio Galleguillo: el camión de Germán

No obstante, pese a que Sánchez es uno de los principales sponsors del acuerdo de la UCR con FR, en el gabinete municipal de Concepción hay quienes advierten que el piloto no pondrá el guiño cuando decida apartarse del rumbo.  Sabido es que el primer día después de las elecciones generales que se celebrarán en este año, comenzará a aparecer la recta final que terminará en las elecciones provinciales de 2023.

El desafío de Sánchez, y del resto de los opositores que genuinamente anhelen sentarse en el sillón de Lucas Córdoba para el próximo período de gobierno, es entonces no comerse la curva en 2021. Mucho menos la curva propia, que es mucho más cerrada que cualquier otra.

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