Por Martín Faciano

Solo ha pasado un año del  9J/2019 en que el binomio que integran el gobernador Juan Manzur y el vice Osvaldo Jaldo consiguiera, por medio de las urnas, prorrogar su mandato hasta 2023. A diferencia de los comicios de 2015, esta vez, la dupla gobernante ya no vio amenazada la legitimidad de su contundente triunfo electoral. Sin embargo, hubo otros episodios posteriores que pusieron a la provincia en el centro de la escena nacional.

Primero fue el mitín político en ATSA, en sepiembre de 2019, con la visita del entonces candidato presidencial Alberto Fernández, y de los referentes sindicales y políticos de peso que se congregaron en la provincia para rediscutir, en plena campaña, un nuevo pacto social. El polémico uso del avión sanitario para el traslado de la vicegobernadora bonaerense Verónica Magario, fue tan controversial y tuvo tanta trascendencia mediática nacional, como el episodio del uso de las máscaras faciales en la sesión legislativa a comienzos del mes de abril.

Al mes siguiente, en octubre, en el acto de cierre de campaña en Plaza Independencia, en la previa de las elecciones nacionales generales, el fantasma del «Cajón de Herminio» se personificó en las escaramuzas (televisadas en directo) entre los militantes del sindicato de empleados municipales que conduce Osvaldo «Cacho» Acosta y de las cuadrillas de Armando Roque «Cacho» Cortalezzi. Ese día, en el peronismo comarcano quedó claro que hasta los apodos son campos de disputa, y que todo reacomodamiento de piezas en el tablero, implica codazos. A su vez, también quedó de manifiesto que una vez desatado el conflicto, las bases pueden tornarse inconducibles.

Cortalezzi, venía de resultar legislador electo habiendo sido candidato del frente «Vamos Tucumán», cuyo máximo referente, José Alperovich, sería denunciado por abuso sexual semanas después, tanto en la justicia local como en la porteña. La denunciante, nada más y nada menos que su sobrina y ex asesora, fue una pieza clave en la campaña de los comicios provinciales en los cuales el ex mandatario empezó a despedirse de las mieles del poder.

Con el oficialismo provincial consolidado y respaldado con las performance del fernandizmo a nivel nacional, el escenario local empezó a mutar rápidamente. La oposición local, de corte radical-pro, transitó de manera vertiginosa su típico proceso de atomización y el alperovichismo huérfano comenzó paulatinamente a incorporarse a las filas del jaldismo parlamentario.

Algo similar hicieron los legisladores alfaristas: se sumaron a la mesa chica del vicegobernador. Sin embargo su jefe político, el intendente Germán Alfaro, comenzó a limar asperezas con el mandatario provincial.

Otros dirigentes opositores se acercaron también a Manzur durante la pandemia, principalmente dos radicales: el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero y el diputado nacional José Cano. Por su parte, las senadoras Beatriz Mirkin y Silvia Elías de Pérez hicieron lo propio con el vice, llegando incluso a sesionar para el Senado de la Nación, desde el palacio legislativo situado en calle muñecas.

Apenas 12 meses después de las elecciones provinciales que ratificaron la continuidad del peronismo al frente de la administración provincial, y a menos de un año de las elecciones nacionales de medio término más importantes (de la decáda) para Tucumán, las tensiones en el justicialismo local se han tornado indisimulables. Si bien la dupla realiza algunas actividades aisladas de forma conjunta, los llamados a la unidad suenan cada vez menos frecuentes y convincentes.

La sutil conformación de bandos en las segundas líneas parece haberse realizado al punto tal que cualquier llamado a unidad desde las tropas puede interpretarse  como la declamación anticipada de una traición próxima a consumarse.

Por lo pronto el vicegobernador Jaldo, con la presión de coronar a como de lugar, apuesta constantemente a mostrarse fuerte  y predispuesto a llevarse todo por delante en su afán de llegar al sillón de Lucas Córdoba. Por su parte, el gobernador Manzur pareciera disfrutar de pisar o esconder la pelota mientras que además de la emergencia de potenciales candidatos para disputar su sucesión, hay sectores operativos de la dirigencia que juegan constantemente a obstaculizar al Títular de la Cámara, para desgastar su figura y erosionar su poderío territorial en el interior de la provincia e impedirle su ascenso político.

El final parece abierto. Sin embargo hay experimentados dirigentes que aseguran que a esta película ya la vieron.

 

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