Por Martín Faciano

Independientemente del clima triunfalista que respira el oficialismo provincial, ante la todavía informal victoria de Rossana Chahla en la disputa por la intendencia capitalina, es importante analizar la reciente performance electoral de la diputada, en el marco de un contexto histórico reciente.

La Doctora Rossana Chahla, acaba de romper el techo de votos que el peronismo viene cosechando en San Miguel de Tucumán. En el año 2015, cuando el Ejecutivo provincial se encolumnaba en el extinto Frente para la Victoria, y la estructura municipal integraba el novedoso Acuerdo para el Bicentenario, Germán Alfaro llegó a la intendencia cosechando 163.220 votos, venciendo entonces a Pablo Yedlin, que logró recolectar 130.898 sufragios. En aquella oportunidad, el peronismo venía de años de abroquelamiento y solo había experimentado la fuga del amayismo hacia esa coalición opositora que tuvo una gran performance electoral, llegando a perder la fórmula José CanoDomingo Amaya, por apenas 110 mil votos, a manos de la dupla Juan Manzur Osvaldo Jaldo

En 2019, con Mario Leito como candidato a intendente para intentar frenar la reelección de Alfaro, el presidente del Club Atlético Tucumán recolectó 117.370 adhesiones y el entonces jefe municipal reelecto captó 145.779 voluntades. La disminución del caudal de votos en relación a la elección anterior, se podía explicar entonces en el oficialismo, por la participación electoral del frente alperovichista Hacemos Tucumán, que sacó 23.618 votos, y por los 38.837 votos que reunió Fuerza Republicana, captando el “voto castigo” en medio de una crisis económica que terminaría eyectando a Mauricio Macri de la Casa Rosada, con una contundente derrota en primera vuelta.

Desde hace un tiempo a esta parte, en cualquier proyección de encuestas o escenarios electorales, se habla mucho de cómo puede influir “el aparato del PJ” en las elecciones, el cual suele funcionar de manera regular y las conclusiones sobre su funcionamiento se pueden sacar recién con el diario del lunes. Sobre todo cuando hay que  evaluar si hay que premiar a determinados dirigentes circuitales, o si es necesario hacer un ajuste de cuentas.

Aunque en el ABC de la política se sabe que no se puede comparar las elecciones provinciales con las nacionales ( algo que deberían aprender los muchachos de la oposición tucumana que se volvieron a  ilusionar con el resultado de las legislativas generales de 2021),  hay una elección que fue clave para evaluar los desempeños de las principales estructuras de la provincia y esa fue la elección de las PASO 2021, donde el Frente de Todos y Juntos por el Cambio fueron a internas y mostraron el peso de sus referencias.  En esa oportunidad, en plena interna entre jaldistas y manzuristas, el FdT consiguió entre sus 2 listas, 117.857 votos,  y JxC, entre sus 3 listas, recolectó 151.561 votos.

En esa radiografía se pudo advertir  que el techo del aparato del PJ en Capital eran los 117 mil votos que Leito había conseguido en 2019 y que en 2021 se logró con el funcionamiento a pleno de las estructuras territoriales del manzurismo y el jaldismo. También se pudo ver el  perfil del votante de Juntos por el Cambio, porque en sus 3 listas se pudo advertir el techo del aparato municipal, que fueron los 66.145 votos que recolectó Alfaro como precandidato a senador; los 50.000 votos que sacó la alternativa radical que integraban Roberto Sánchez y Mariano Campero; y los 36.000 votos que sumaron desde el núcleo duro de la UCR con José Cano y Silvia Elías de Pérez. Ya en esa compulsa, Chahla ya había logrado cosechar más adhesiones que la estructura municipal: como candidata a diputada  Chahla había recolectado 67.274 votos y Alfaro, como candidato a senador había conseguido 66.145 votos.

Ahora, con el escrutinio definitivo culminando  el conteo de las 202 mesas restantes no computadas en el escrutinio provisorio, Rossana Chahla lleva 153.685 votos y su contrincante Beatriz Ávila 148.404 sufragios. La relativa escasa diferencia de hoy nos retrotrae a esa situación de virtual ese empate técnico que se dio en las PASO 2021 entre Chahla y Alfaro, quienes  quizás sin saberlo o sin dimensionarlo,  aquella vez compulsaron rodando la precuela de la película que ahora terminamos de ver mientras en la Junta Electoral Provincial el alfarismo abandona la fiscalización y la dirigencia del PJ festeja la diferencia de 5.281 votos que la candidata del PJ le sacó a la candidata de la UCR y el PJS

La diferencia es que ahora no hay empate técnico: que en el escrutinio definitivo se gana o se pierde por un voto. Y que, en aquella oportunidad, en Capital Chahla  venció a Alfaro y a Sánchez por separado, y ahora,  de alguna manera los está venciendo a ambos juntos: un escenario impensado, que solo se aventuraron a imaginar algunos de los pocos optimistas que verdaderamente  creían que el peronismo podía recuperar San Miguel de Tucumán, ese terreno que antes era tan hostil al PJ y que hoy le dio al peronismo, en la figura de Rossana Chahla, un voto de confianza y una oportunidad histórica,  para reconstruir con los sectores medios, una relación  que desde bastante no venía pasando por un buen momento.

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