La Cámara de Diputados dictaminó este miércoles con una amplia mayoría el proyecto que habilita la interrupción del embarazo, con modificaciones sobre el texto enviado por Alberto Fernández acordadas para buscar la aprobación en la sesión de este jueves y también en el Senado, donde en caso de alcanzar una mayoría podría ser ley antes de fin de año.
Así lo negociaron referentes de ambas cámaras que la promueven y no querían repetir el error de hace dos años, cuando festejaron la aprobación en la Cámara baja pero ignoraron al Senado, donde dos meses después se rechazó.
Como anticipó LPO, el texto final retomó el viejo dilema de la objeción de conciencia institucional, como se denomina a la posibilidad de un centro de salud de no practicar el aborto por considerarlo ajeno a las convicciones corporativas.
Fue un reclamo de gobernadores y referentes de la industria médica en febrero, el proyecto no lo incluyó y si bien el dictamen tampoco la contempla, sostiene la objeción de conciencia para los médicos y establece que puede suceder que alguna clínica no tenga personal disponible y por lo tanto no haya más opción que excusarse. Debería garantizar la derivación y costearla.
La otra polémica era sobre la posibilidad de que los menores de 13 a 16 años acudan a practicarse un aborto con un tutor en caso de no tener progenitores. El texto final desligó esa situación la letra del Código Civil y Comercial, resoluciones del Ministerio de Salud y convenciones sobre los derechos del niño. Además, se recuerda la obligación de realizar una denuncia penal en caso de violación, respetando la privacidad de las víctimas.
El proyecto habilita la interrupción voluntaria del embarazo a la semana 14 de gestación, y si bien sigue siendo ilegal después de ese plazo las penas bajan y por lo tanto se convierten en excarcelables. Se sostiene la habilitación para abortar cuando haya riesgo de vida o una violación, pero se aclara la redacción del Código Penal actual, escrito hace 100 años.
El dictamen fue aprobado en un plenario de las comisiones de Salud, Legislación Penal, Mujer y Legislación General, que coordinó el debate durante los últimos 8 días a través de su presidenta Cecilia Moreau. Este jueves se llevó a cabo en el recinto, con sólo algunos diputados conectados al zoom.
La aprobación tuvo 77 firmas, 30 votaron en contra y hubo 4 abstenciones, entre ellos de la diputada María Parola y María Luisa Montoto, del Frente de Todos y declarados indecisos. Las verdes confían en aprobar la ley con 130 votos y las celestes, sus rivales, creen que pueden torcer la historia con algunos votos de Cambiemos que figuran a favor.
La sesión comenzará el jueves por la mañana, durará más de 30 horas y se debatirá en simultáneo con la ley de los «1000 días», un proyecto que promueve la protección de las embarazadas y de los primeros dos años de vida de un bebés, dictaminado este miércoles con algunos retoques que entre otras cosas aumentaron las asignaciones a las «personas gestantes». Fue un intento de Alberto para acercar posiciones con la iglesia, que de todos modos pidió este miércoles «una última reflexión» a los legisladores.
Sergio Massa anticipó que los diputados tendrán 7 minutos para hablar y pidió evitar agresiones. «No quiero diputados calificados de asesinos ni de anti derechos. Buscamos un debate con respeto y altura. El que piensa distinto no es un enemigo», reclamó.
Anticipó una asistencia perfecta, entre los que acudan de forma presencial y los se conecten al VPN, para lo que deberán certificar ser grupo de riesgo. Quienes pisen el recinto tendrán que hacerse un PCR y confirmar que no están contagiados de Covid 19.
Desde el viernes que Massa ultima el operativo de seguridad con un diseño similar al del debate del aborto en 2018 en el Senado: los verdes sobre calle Rivadavia, el ingreso de Diputados; y los celestes en Irigoyen, la puerta de entrada de la Cámara alta. La plaza estará vacía y sólo podrán transitar los acreditados.
El debate
Aunque sin la euforia que dominó el tratamiento del proyecto hace dos años, el plenario final tuvo un intercambio de opiniones que se repetirá en el recinto desde el jueves. El rechazo volvió a ser liderado por Carmen Polledo, del PRO, quien consideró la ley incompatible con la Constitución, vaticino de la pelea judicial que se viene si es sancionada.
«El derecho a la vida está por encima de todos los derechos. Se nos pretende convencer y se manipula con el uso del lenguaje. No es una interrupción del embarazo. Interrumpir es demorar para retomar. Estamos ante la eliminación de un ser vivo que se está gastando», sostuvo la diputada.
Le respondió el tucumano Pablo Yedlin, del Frente de Todos y uno de los que estuvo a cargo del plenario por presidir la comisión de Salud. «Todos estamos en contra del aborto. Pero le ocurrió a miles de mujeres a lo largo de 100 años, sólo que un grupo lo hace en la clandestinidad. No es que estamos a favor de que se terminen los embarazos. Queremos que este grupo de mujeres dejen de ser vulnerable».
Alberto Asseff, aliado del PRO, insistió en que «de acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico, incluyendo desde la constitución al código civil y los tratados internacionales, como la convención del niño la vida empieza desde la concepción».
El radical José Riccardo introdujo el debate sobre la educación sexual, que puede dominar el año próximo. «En 2018 todos hablaban de la necesidad, aprobamos un dictamen pero quienes rechazaron el aborto no lo quisieron. Y es la peor objeción de conciencia, porque es de un docente a un niño con derecho a aprender», acusó.
Los celestes de Cambiemos se ubicaron al final del sector del hemiciclo que habitualmente ocupa ese bloque, mientras que sus compañeros verdes se distribuyeron en las primaras filas. Silvia Lospennato, Brenda Austin y Karina Banfi monitorearon cada detalle del plenario.
En el Frente de Todos monopolizaban estos últimos aunque hubo dos diputados que se declaran indecisos y se quedaron en el centro del recinto sin abrir la boca: Mario Leito y Ramiro Gutiérrez. Se los vio hablar con dos celestes oficialistas: Vanesa Massetani y el puntano Karim Augusto Alume Sbodio.
«Hay vida o no hay vida: ¡Hay vida! Es una secuencia que tendrá denominaciones. No es persona futura: es persona», se molestó Jorge Enriquez, celeste del PRO. «Trabajé muchos años en el poder judicial y no conozco médicos y mujeres sancionados por abortar. Nos estamos adaptando a una realidad», replicó el oficialista Martín Soria.
«No puedo callarme ante el milagro de la vida», se molestó Marcela Campagnoli, de la Coalición Cívica, una de las celestes más activas hace dos años. Supuso que con esta ley su hijo de 20 tal vez no hubiera nacido.
Daniela Vilar, del FtD se molestó con quienes niegan que en los barrios vulnerables no hay abortos. «¡Que vayan a ver! Los que estamos ahí sabemos que ocurre». Y cuando se estaba por votar apareció por el zoom Graciela Camaño, una celeste que casi no habló en 2018 pero este año levantó el perfil ante la posibilidad de una derrota.
Repitió una comparación que supo hacer en conversaciones privadas de aquel debate. «Nosotros le pusimos 4 años de pena a a los galgueros y ahora cuando hay vida le ponemos menos. ¡Hay vida desde que el esperma toma en contacto con el óvulo! Si es la, el aborto será legal. Pero no justo». La votación tuvo algunos problemas logísticos pero pero terminó sin sorpresas. Resta la sesión./ LPO