La Cámara de Diputados aprobó en la mañana de este viernes el proyecto que habilita el aborto tras 20 horas de un debate presenciado por funcionarios del Gobierno, que realizó gestiones hasta último momento para lograr una victoria contundente e intentará repetirla antes de fin de año en el Senado.
Logró obtener 131 votos a favor, dos más que la mayoría del recinto, y sólo 117 en contra. En la Cámara alta aún faltan un par de voluntades para garantizar la sanción de la ley y en caso de reunirse podría tratarse en una sesión los últimos días del mes. Hay fecha para reunirse el 29 de diciembre, por ahora sólo con el plan de aprobar pliegos judiciales, como el de Alejo Ramos Padilla a juez federal de La Plata, con competencia electoral en la Provincia.
«Queremos que se sancione rápido», fue la consigna que se escuchó de cada emisario de la Casa Rosada que caminó por los pasillos del Congreso, abarrotado de gente como nunca este año. No será fácil porque hasta el jefe del oficialismo, José Mayans, está en contra, no cambiará su postura y blinda las presiones presidenciales, que en Diputados no se ocultaron.
Por los palcos del recinto desfilaron desde temprano al ministro de Salud Ginés González García, la de Mujer y Diversidad Elizabeth Gómez Alcorta, la directora del Inadi Victoria Donda y la presidenta de Aysa Malena Galmarini, esposa del presidente de la Cámara baja Sergio Massa, quien recibió al contingente de la Rosada en su despacho.
Las calles fueron cubriéndose de militancia de a poco, con el mismo protocolo de seguridad de 2018 que evitó incidentes: verdes (que apoyan la ley) sobre la avenida Rivadavia, en el ingreso de Diputados; y celestes (que la rechazan) sobre Irigoyen, puerta de entrada del Senado. La plaza quedó vacía y custodiada por personal policial y se ubicaron pantallas con equipos de audio para que el público siguiera la sesión.
Por la tarde los referentes oficialistas especulaban que podía arribar Alberto Fernández, pero prefirió no aparecer, pese a que la ley es una promesa suya de campaña. Minutos antes de votar, Cristian Ritondo, jefe del PRO y en contra del aborto, hizo un fuerte reproche porque creía que no había autorización para el ingreso de militancia y los palcos estaban cubiertos de pañuelos verdes. «¡No cumplió con su palabra», le reprochó a Massa.
La sesión se realizó en forma presencial, con las excepciones autorizadas a quienes justificaron con certificado médico un riesgo de contagiarse Covid 19, por edad o enfermedades precedentes, que podían aparecer por pantallas apostadas al final de recinto, más pequeñas que las utilizas los últimos ocho meses, cuando sólo podían ocuparse 47 de las 257 bancas.
Dos diputadas votaron por VPN en condiciones tan delicadas que no eran tenidas en cuenta por las verdes en sus poroteos vespertinos. La entrerriana Blanca Osuana, del Frente de Todos, apoyó la ley desde una clínica de Entre Ríos, donde está internada por coronavirus.
«Este voto es para que sea ley, por las jóvenes, por las pibas, por mis nietos, por mis hijas, por las miles de chicas que no están y por las que van a venir y nos van a recordar por haber cumplido con nuestra palabra», cerró su discurso con esfuerzo.
La radical Roxana Reyes perdió a su hijo el fin de semana, no apareció ni justificó su ausencia pero Massa pidió considerar su situación y la habilitaron a votar igual. Curiosamente, en 2018 había apoyado el aborto legal, pero esta vez lo rechazó.
La ley habilita la interrupción del embarazo hasta la semana 14 de gestación y la ratifica en cualquier momento por las dos causales que se permiten en el Código Penal desde 1921: riesgo de vida y violación. Aunque se mejora la redacción para evitar problemas de interpretación, que derivaron en un fallo aclaratorio de la Corte Suprema en 2012. También se bajan las penas hasta hacerlas excarcelables, que motivó a varios diputados que votaron en contra a pedir que computen su respaldo a esos artículos.
Pero como no se establece plazos para interrumpir embarazos en los casos ya habilitados el diputado Fernando Iglesias, del PRO, que votó a favor en general, reclamó sin éxito poner un tope en la semana 24 de gestación. «Si negamos que haya una persona en la 14, tenemos que definir cuando la hay», explicó. Fue acompañado por el rionegrino Luis Di Giácomo, un habitual aliado del oficialismo, pero no se los tuvo en cuenta.
Con la intención de sumar aliados, las promotoras de la ley le hicieron modificaciones en su dictamen en comisión. El texto original permitía que los médicos que no quieran realizar el aborto por cuestiones religiosas se excusen, figura conocida como «objeción de conciencia», pero se contempló que si un centro de salud no tiene profesionales habilitados puede negar las prácticas y hacerse cargo de la gestión y los costos de la derivación.
También se dejó sujeto al Código Civil y Comercial los casos en que una menor de entre 13 y 16 quiera abortar y no tenga progenitores. Debería estar acompañada de un asesor letrado. No alcanzó para convencer a algunos indecisos como el radical Martin Berhongaray, que se preocupó por chicas de 16 que puedan practicarse un aborto con una pastilla de Misoprostol, «por no ser considerada invasiva».
Las modificaciones podrían servir para alcanzar una mayoría en el Senado todavía que no hay. Iglesias llamó la atención a las responsabilidades penales que tendrán los médicos objetores. «Quedan totalmente desprotegidos», alertó, pero en ese caso tampoco fue escuchado.
El debate comenzó a las 11 de la mañana del jueves y finalizó a las 7 de este viernes, pero a poco de iniciar se supo que el resultado estaba definido, porque la supremacía verde confirmada en la última semana se engrosó con el aporte de diputados oficialistas que estaban indecisos o hasta habían anticipado el rechazo.
Fueron los casos del sanjuanino Francisco Guevera, que lo anunció junto a la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza; la misionera y habitual aliada Flavia Morales, el tucumano Mario Leito y el jujeño Daniel Ferreyra, quien denunció presiones a su hija y prefirió abstenerse. Contó que «un programa de televisión» lo había acusado de venderse, en alusión ciclo de Viviana Canosa, por canal 9. Guevara también dijo que el teléfono suyo era collage de amenazas desde que cambió de posición.
Héctor Bárbaro, misionero pero del Frente de Todos, se abstuvo y lo justificó en un compromiso de campaña, dirigiéndose a sus colegas de bancada que lo rodeaban con atuendos verdes. Y la santafesina Alejandra Obeid, hija del ex gobernador, anunció su conversión en la madrugada aún cuando su fe católica se mantiene intacta. «Discutimos si seguimos convalidando la clandestinidad, si seguimos desprotegiendo a las mujeres o si realmente las acompañamos en la decisión», se justificó.
La ex gobernadora de Catamarca Lucía Corpacci no tomó posición durante el debate en comisión, pero llegó a la sesión con pañuelo verde y relató historias de muertes por abortos clandestinos que vivió hace cuarenta años cuando hacía guardias en los hospitales.
«El aborto existe desde esa época y yo pedía que legalice. Ojalá que hoy sea ley para que nunca más se escuche a una mujer gritando de dolor en una guardia por un aborto clandestino», auguró. De todos modos, el Senado tiene la última palabra.
La única novedad favorable para los celestes fue el rechazo de los cuatro diputados de Córdoba Federal, el bloque de Juan Schiaretti, pero no fue posible torcer a al menos una parte de la mayoría de radicales que votó a favor, como esperaban.
En el PRO hubo supremacía de rechazo, pese a las posturas firmes a favor como las de Silvia Lospennato, Iglesias (que no dio quórum y se mostró incómodo por apoyar una ley del Gobierno), Fernando Wolff y Camila Crescimbeni, referente de la juventud macrista. Sebastián García de Luca, cercano a Emilio Monzó, se declaraba indeciso, pero votó a favor.
33 oficialistas resistieron las presiones y votaron en contra y 3 se abstuvieron. Molesta por sus pares conversos, la santafesina Vanesa Massetani, militante celeste y encargada de coordinar los grupos de whatsapp, dijo al inicio del debate que no se dejaría presionar por ningún funcionario. «A ellos los ponen con el dedo; a nosotros nos elige el pueblo», les advirtió.
El presidente del PJ, José Luis Gioja, volvió a votar en contra como en 2018, pidió reinsertar aquel discurso en las versiones taquigráficas y leyó la verdad 14 de las 20 que hizo suyas la doctrina del peronismo y define al justicialismo como «una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista».
Otra rebelión oficial fue la de Eduardo Valdés, ex embajador del Vaticano, socio fundador del Frente de Todos y amigo de Alberto Fernández y del Papa Francisco. Su hijo, legislador porteño, le pidió por carta revisar su posición pero no lo logró. Se justificó en la gestión presidencial de Cristina Kirchner, sin mencionar que no avaló el aborto en esos años como lo hizo cuando fue senadora. «Tuvo una cultura natalista, con la asignación universal por hijo y el plan Qunita».
Fuente: LPO