Por Martín Faciano

 Tras el contundente triunfo electoral en los comicios provinciales del pasado 9 de junio, el gobernador Juan Manzur ha quedado enfrascado en el microclima de la victoria. Es que además de su triunfo en las elecciones provinciales, su apuesta en pleno a la candidatura presidencial de Alberto Fernández ha demostrado que al mandatario provincial le funciona muy bien su olfato político.

Quizás por eso y por la amplificación mediática que ha tenido con su hiperactivo rol protagónico durante la campaña del presidente electo, Manzur pareciera no haber podido escaparse de esa envolvente burbuja triunfalista en la que todavía pareciera encontrarse.

Aunque a simple vista puede considerarse que al gobernador le sobren los motivos para decidir permanecer en su zona de confort político, hay sectores dirigenciales que sin poner en duda la capacidad de conducción del presidente del PJ local, se atreven a señalar, por lo bajo, algunos de sus desaciertos.

Así, como el primer y fundacional error  que Juan Manzur cometió, en lo que respecta a su relación política con el presidente electo, aparece el discurso que el ex ministro de Salud de la Nación brindó en el mitín de ATSA durante la primera quincena de Septiembre. Allí, durante su alocución, Manzur interpeló al entonces candidato exigiéndole de manera implícita, que no se preste para ejercer una conducción bicéfala junto a su compañera de fórmula, la vicepresidenta electa Cristina Fernández de Kirchner. Para peor, el gobernador anfitrión terminó erigiendo al amo de Dylan como el nuevo jefe del peronismo, cuando las elecciones generales todavía no habían sucedido.

De ahí en adelante, hubo un giro discursivo por parte de Alberto Fernández. Desde aquella interpelación de Manzur, Fernández dejó de hablar de “Manzur y los gobernadores”, para empezar a hablar directamente de “los 24 gobernadores”. Quizás en ese momento el inoportuno mensaje de Manzur, haya sido recodificado por AF en función de las repercusiones en torno al escándalo mediático que tuvo lugar por el uso de un avión oficial para movilizar a la vicegobernadora bonaerense electa, Verónica Magario y su esposo, el alcalde matancero, Fernando Espinoza.

Pero cuando parecía que los costos políticos por la polémica en torno al uso del avión oficial terminaban de saldarse, la decisión de realizar un masivo acto de cierre de campaña en Plaza Independencia, puso al gobernador nuevamente en el ojo de la tormenta.

Aunque los viralizados incidentes ocurridos en aquella forzada jornada se pensaron en lo inmediato como una reedición del cajón de Herminio, lo cierto fue que (con el diario del lunes) finalmente se pudo repensar la escaramuza cortalezzista como algo más parecido a una remake light de los enfrentamientos ocurridos en la quinta de San Vicente durante el traslado de los restos de Perón.

Lo cierto fue que en los hechos,  en su afán de ofrendarle otro masivo al presunto nuevo jefe del peronismo y de recuperar la plaza que semanas atrás había llenado Mauricio Macri, Manzur terminó quedando a contramano de la foto limpita que los candidatos del Frente de Todos se tomaron con sus dirigentes más cercanos en el acto oficial de cierre de campaña en Mar del Plata.

 

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