conducción alperovich

Por Martín Faciano

En política generalmente son muy pocos los dirigentes que se animan a dar una pelea sin avisorar una potencial victoria, aunque esta sea parcial o pírrica. Aunque, como dicen por ahí, un lance es  un lance.

Distinto es en el peronismo, donde los dirigentes suelen dar la pelea únicamente si tienen la plena certeza de que van a ganar. A menos, claro, que los intereses o las motivaciones para salir a pelear no tengan nada que ver con la intención de ganar. Por eso cuando el Senador Nacional José Alperovich desafía al gobernador Juan Manzur y al vice Osvaldo Jaldo, con disputarles el poder político en 2019, no se sabe si el ex mandatario está amenazando con suicidarse electoralmente, con salir a matar políticamente a sus adversarios internos, o con inmolarse.

Es que con la oposición que, pese a sus inconsistencias hoy tiene un considerable piso de votos; y ante un oficialismo que hoy cuenta con el monopolio absoluto de los resortes del Estado y el apoyo dirigencial mayoritario de un peronismo que pareciera tener ganas de encolumnarse bajo la conducción del binomio gubernamental, las chances que Alperovich tiene de imponerse en las urnas, saliendo por fuera del PJ, parecen bastante escasas.

Aunque Alperovich diga lo contrario, probablemente en su íntima conciencia sepa que con su mera voluntad no le basta para imponerse en los comicios. Mucho menos ahora que los dirigentes que lo acompañaban incondicionalmente, han empezado a reunirse y mostrarse en público con la dupla gubernamental. Por eso, el exgobernador tiene hoy menos margen que ayer para mostrarse vacilante o dubitativo ante sus servidores políticos; y si realmente anhela con llegar a un buen puerto político en los próximos comicios, no le queda otra opción que ratificar día a día su voluntad de volver a pelear por la gobernación. Porque si hoy o mañana decidiera  bajarse, el Senador solo podrá navegar en la balsa de su banca en el Congreso hasta el final de su mandato en 2021, cuando entonces tendrá por única opción pelear para permanecer un período más en la Cámara Alta.

Con las cosas así, de cara a las elecciones en 2019, el exgobernador tiene dos alternativas posibles: negociar espacios de poder para los suyos, amenazando con una potencial ruptura; o vender la derrota de su enemigo interno, y de paso la suya, al adversario externo. Con cualquiera de las dos alternativas, todo parece indicar que el Senador Nacional no se encontrará el año que viene en lo que el pueda considerar como el mejor de los escenarios.

Calibrando el GPS

En el entorno del ex mandatario, hay algunos dirigentes que están recalculando sus posturas. Esto se debe a que en términos políticos y económicos, permanecer inconmovibles a la par del Senador no les está resultando redituable. En términos económicos, no hay posibilidades de contención y en el plano de lo político la única política que pueden hacer sus satélites se reduce a ser acompañantes del exgobernador en sus visitas instagrameables.

Las recientes fotos que se tomaron los dirigentes capitalinos Ernesto Nagle y Esteban Dumit, con el binomio gubernamental, marcan la apertura de una paritaria política que permanecerá abierta hasta que se definan las candidaturas y alianzas en función de los plazos y límites que marcará el cronograma electoral.

Desde el llano en el que sobreviven los fieles al Senador, avisoran un escenario dividido en el agosto de 2019, fantaseando con una traición dirigencial colectiva, que se consumará por debajo de la mesa y que catapultará nuevamente al ex dirigente radical al lugar del que pareciera nunca haberse querido ir: el sillón de Lucas Córdoba.

Por otra parte, desde Casa de Gobierno y la Honorable Legislatura aseguran que el mercado de pases tendrá un flujo unidireccional, y que bajo la persuasión de las lapiceras oficiales, los dirigentes «díscolos» terminarán subordinándose más temprano que tarde al binomio gubernamental. «Se casarán por pura conveniencia pero terminará todo en un hermoso romance peronista», vaticinan desde las inmediaciones de los principales centros del poder político provincial. Por ahora, la cuestión parece encaminarse por este lado.

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