Por Juan Manuel Asis para La Gaceta

Entusiasmar, sacudir, motivar y movilizar a 60.000 correligionarios en los próximos 28 días para afrontar una elección interna; o bien conformar una lista única, consensuada, que evite un proceso electoral que posiblemente exponga a la sociedad una contraproducente imagen del radicalismo tucumano. Son las opciones que enfrenta por estas horas la dirigencia local de la UCR de cara a la normalización partidaria. El camino que elijan puede ser un anticipo sobre la forma en que los referentes radicales van a encarar las elecciones el año próximo: lucha interna, o acuerdo de cúpulas. En el fondo, lo que estará en juego será la vocación de poder real de los políticos radicales; una visión amplia o miradas parciales. Precisamente por eso es que el desenlace del trámite interno de la UCR es observado por el Gobierno, la intendencia capitalina y hasta por Fuerza Republicana.

En el oficialismo sonreirán si finalmente compiten varias listas, pues interpretarán que si no hay entendimiento para fortalecer la estructura partidaria de Alem, Yrigoyen y Alfonsín, menos la oposición podrá consolidar una única nómina gubernamental en 2023 para polarizar con mejor fortuna. El alfarismo, en especial, estará atento a los movimientos del diputado Roberto Sánchez, contrincante directo de Germán Alfaro por la candidatura a gobernador de Juntos por el Cambio. El concepcionense deberá mostrar en pocas semanas que tiene pasta para convertirse en el principal referente del radicalismo tucumano, ya sea resolviendo competir en la elección del 24 de abril -trámite que no le disgustaría por cierto- o bien anudando acuerdos internos que fortalezcan a la UCR y eviten una desgastante interna. Corre un riesgo: si no sale victorioso en caso de ir a las urnas, o si gana por escaso margen habrá perdido acciones en su pelea de instalación contra el jefe municipal capitalino.

La sociedad armada con sus rivales internos en las PASO, José Cano y Silvia Elías de Pérez, fortalece las aspiraciones del ex piloto, aunque en ese espacio interno no todos están muy convencidos sobre la conveniencia de ir a una votación. Prefieren agotar el diálogo y los cafés. Las conversaciones entre todas las partes fueron una constante antes de la reserva de colores en la junta electoral, y hasta el 4 de abril -día en el que deben presentarse las nóminas de candidatos- las charlas no se detendrán en el intento por anudar una lista consensuada, donde las cuatro partes en pugna estén representadas. Tienen ocho días para ponerse de acuerdo entre el intendente Sebastián Salazar (Bella Vista), Sánchez, Cano, Ariel García, el concejal “Lucho” Argañaraz, Osvaldo Barrenada, Raúl Albarracín, Luis González; y otros. O hay lista única y, por ende, suspensión del acto comicial, o terminan constituyendo varias y dirimiendo sus diferencias en las urnas. ¿Quiénes contra quiénes, finalmente?

En este punto hay que detenerse un instante en el capítulo XIII de la carta orgánica de la UCR local, el de las inhabilidades. Allí se establece puntualmente quiénes no pueden ser miembros de la junta de Gobierno, de cuya lectura se infiere que varios de los que están en la discusión por convertirse en autoridad partidaria ni siquiera pueden presentarse para ese cargo. El artículo 60 establece que no pueden integrar ese cuerpo partidario quienes desempeñen cargos políticos de cualquier naturaleza fuera de la provincia y los que se desempeñen en cargos electivos con funciones ejecutivas (gobernador, intendente, comisionado rural). El artículo 63 indica que tampoco pueden ser convencionales provinciales los que ocupen un cargo electivo. Estos aspectos reducen el espectro de dirigentes que pueden llegar a postularse para esos dos órganos partidarios.

Sin embargo, por lo menos Sánchez, en su condición de diputado nacional, sí podría aspirar a la presidencia de la UCR si se toma como antecedente una resolución judicial de 2012 del entonces juez federal Daniel Bejas. Ese año se eligieron autoridades en el partido y resultó ganador José Cano, quien se desempeñaba como senador nacional. Su nominación y designación fue objetada por varios afiliados entendiendo que se violaba aquel artículo 60. Bejas fue contundente: “si bien es cierto que la carta orgánica constituye la ley fundamental del partido, ello es así en tanto no se oponga a la ley 23.298 (de Partidos Políticos), toda vez que el estatuto partidario no puede prevalecer frente a ella en razón del carácter de orden público que sus normas revisten”. Vía libre a Cano en ese tiempo, quien hoy justamente está aliado a la dupla Sánchez-Mariano Campero. El concepcionense tiene allí una puerta abierta.

El ahora interventor del distrito santiagueño de la UCR, por lo que se observa, ha decidido poner toda su experiencia política para que el radicalismo se convierta en una verdadera opción de poder el año próximo. Un partido fragmentado, desunido, enfrentado no alentaría esa pretensión. Se comenta que Gerardo Morales intervino para que Sánchez, Campero, Cano y Elías de Pérez sellaran la paz y se juntaran; al jujeño le interesa un radicalismo unido y fortalecido para sostener su candidatura presidencial. En ese marco, además, el desafío que se les presenta a los correligionarios tucumanos en esta interna es dejar atrás la idea generalizada de que sólo les importa conservar sus pequeños espacios de poder y que no piensan en grande.

Alfaro, por su lado, ya demostró que está dispuesto a todo con tal de convertirse en gobernador; en esa línea se enmarca su encuentro con Ricardo Bussi (FR), suceso que alteró el proceso eleccionario radical y que le sirvió al jefe municipal para exponer que no le va a cerrar la puerta a nadie a la hora de tratar de conformar una gran coalición opositora. Algunos de los que están en “la conversación” para consensuar una lista en la Catamarca 851 ya deslizan por lo bajo la posibilidad de la dupla Alfaro-Sánchez, o viceversa, para el año próximo. O sea que los intereses no sólo se agotan en la interna radical sino que se está mirando más allá del centenario partido y de la forma en la que enfrentarán al PJ en los comicios provinciales.

En esa dirección, por ejemplo, deben enmarcarse algunas acciones políticas opositoras, como la presentación de varios proyectos de ley referidos a aspectos electorales. Por ejemplo, la limitación de acoples propuesto por Nadima Pecci, la boleta única por iniciativa de Walter Berarducci, o la incorporación de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) a nivel provincial. Son propuestas destinadas a fortalecer las posibilidades electorales de la oposición; por lo que difícilmente obtendrán el visto bueno del oficialismo para ser tratadas. El peronismo no va a renunciar al sistema de acoples tal como viene funcionando -menos aceptar acotar la cifra de colectoras- porque atentaría contra sus propios dirigentes territoriales; la boleta única en ese marco se tornaría imposible de implementar. Y las primarias abiertas menos que menos pueden ser una alternativa para el PJ, especialmente después del resultado del año pasado, donde la oposición quedó a tan solo 20.000 votos del Frente de Todos.

Es decir, la oposición se verá obligada a pelear con las armas que mejor maneja el oficialismo, con las que se siente más cómodo y con las que viene imponiéndose en este cuarto de siglo. Tendrá que convertirse en una opción electoral, con vocación de poder, con todos adentro, por lo menos para intentar disputarle el gobierno al PJ, de igual a igual, con sus herramientas. Una suerte de peronización de la UCR, o la versión radical del todos unidos triunfaremos. Por lo menos en este  inicio. Esta semana, con ironía, Cano deslizó que tienen que retomar la agenda electoral propuesta por Jaldo en contra de Manzur en la interna del oficialismo.

El desarrollo en estos pocos días y el desenlace de la interna de la UCR jugará un papel en ese rumbo; es por eso que el Gobierno, el alfarismo y FR siguen las alternativas radicales con atención. Casi se puede decir que de la conducta de los dirigentes radicales depende en gran medida la suerte de Juntos por el Cambio en Tucumán.

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