Por Martín Faciano

Las tensiones entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo, han configurado un nuevo desafío forzoso para ambas figuras. Ambos deben salir de su molde, reinventar sus estilos y jugar en canchas a las que no están acostumbrados. En este contexto el mandatario deberá bajarse un poco del avión, dejar de jugar en la superestructura y bajar más al llano del territorio. El vice, por su parte, deberá hacer exactamente lo contrario: sacar pasajes aéreos y buscar aceitar canales de diálogo con referentes de peso en Casa Rosada.

En los giros discursivos de Manzur, se advierte que después del #8M,  ha recurrido a los textos y discursos más doctrinarios y clásicos del peronismo para legitimar su rol de conductor. Por eso ha redundado ante diversos auditorios en la negación de la posibilidad de existencia de un «doble comando».

Pero la afirmación del mandatario respecto a las conducciones bicéfalas resulta un tanto superficial cuando uno analiza en profundidad la agenda del vicegobernador durante un largo tiempo y entiende que en realidad lo que Jaldo planteaba desde la Cámara, más que un cogobierno parecía en realidad una suerte de gobierno paralelo.

En este proceso de reinvenciones, Manzur corre con la ventaja de tener la chapa de conductor y de ejercer su liderazgo sabiendo delegar tareas, responsabilidades y funciones en su gabinete de ministros y sus operadores. Aunque el punto débil de Manzur sea que en su gabinete y entorno tenga funcionarios que no funcionan y operadores que no operan, el mandamás del PJ hoy tiene y ejerce el poder. Así también tiene la posibilidad de empezar a perderlo si no llega a imponerse su fuerza política en los próximos comicios y si no puede construir ordenadamente su sucesión en los próximos comicios provinciales. Los casos de los exgobernadores Julio Miranda y José Alperovich, son antecedentes que Manzur debe tener presente constantemente si aspira a que no se le escurra el poder. Quienes toman el caso de Miranda como el ejemplo del «pato rengo» y el caso Alperovich como muestra testigo  de la sucesión desordenada, entienden que Manzur debe tomar como referencias las salidas de sus antecesores para resolver esta situación en su favor.

Las debilidades estructurales de Manzur se expusieron en ese palo por palo que resultó de las compulsas por la designación del Defensor del Pueblo y la nueva representación legal del Partido Justicialista Distrito Local. Si el mandatario pretende llegar con posibilidades de tener la sartén por el mango en 2023 deberá refundar institucionalmente el PJ y relanzar su gestión apostando al cambio de piezas claves en su gabinete.  Es que al carro del justicialismo comarcano, más que chapa y pintura hoy le hace falta una profunda rectificación del motor y si su conductor no lo advierte chocará indefectiblemente.

Todo parece indicar que Jaldo apuesta al kirchnerismo nacional para tratar de muscular su espalda en la provincia. Las constantes referencias al «gobierno de Alberto y Cristina» son, por un lado un guiño a la estructura , al entorno y a los operadores de CFK; y por otro lado una estrategia discursiva para tratar de aseverar la existencia de las conducciones compartidas, algo que se niega desde la génesis del movimiento nacional justicialista y que Manzur hoy se encarga de repetir en cada discurso a su tropa.

Jaldo, quien para lograr su objetivo de máxima en 2023 hoy debe pelear y desafiar la conducción de Manzur, muestra su determinación de disputarle el poder que hoy detenta el superior al que desconoce y del que reniega. Para ello busca mostrar su fortaleza territorial asentándose en sus legisladores. El estilo centralista y unipersonal de Jaldo, es un punto en contra para la tarea que tiene el tranqueño por delante. El antecedente del desenlace de la interna entre Fernando Juri y Alperovich, es para Jaldo una sombra amenazante que por analogía opera  constantemente  como una premonición en el imaginario colectivo del peronismo tucumano, por eso quienes piensan la interna en clave histórica consideran que en la resolución del conflicto partidario, para el tranqueño la derrota está predestinada

Sin embargo, pareciera que a favor del tranqueño está hoy su determinación de salir a pelear al todo o nada. Por eso mismo, para transmitir su  sensación de fortaleza, Jaldo busca hacer de todo una demostración de fuerzas. Deberá tener en cuenta el principo militar  de «economía de fuerzas», si no quiere llegar con el caballo cansado a la batalla final.

La interna del peronismo parece haber llegado a un punto de no retorno y los discursos de Manzur y Jaldo han dado algunos indicios del rumbo que tomarán y el sentido que disputarán para lograr su cometido.  Hay también algunos dirigentes que no entienden la interna en clave histórica sino en función del pragmatismo. Ellos  dicen que en realidad no se trata de una interna entre Manzur y Jaldo, sino de una pelea entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, o mejor dicho de sus presupuestos. Quienes sostienen esta hipótesis asguran que la confirmación de la misma es la decisión que han tomado los caudillos de famaillá José Orellana y su hermano Enrique, quienes siempre han sabido olfatear por donde va el poder y la billetera para decidir finalmente adonde encolumnarse. En el manzurismo aseguran que pese a haber tenido covid, los mellizos no han perdido el olfato. Habrá que ver que secuelas traen estas nuevas cepas.

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