Por Martín Faciano

Con el correr de los días,  las elecciones provinciales se acercan cada vez más y  lo que supo ser una sólida sociedad política tripartita, pareciera que definitivamente ya no lo será más. Por lo menos así se lo percibe hoy. Aunque todavía haya tanto dirigentes  oficialistas como opositores, y “ciudadanos comunes”, que creen que el distanciamiento entre el binomio compuesto por el gobernador Juan Manzur y su vice Osvaldo Jaldo por un lado, y el senador nacional José Alperovich  por otro, es una gran puesta en escena.

Entre la apatía y la esperanza de una ruptura definitiva en el peronismo

Por el lado de Cambiemos para el Bicentenario, las sensaciones son encontradas. En la oposición provincial hay dirigentes que se niegan a creer en la veracidad de una pelea que además de haberse llegado a evidenciar en el territorio, también ha tenido momentos en que se “han roto los códigos”, como cuando el parlamentario nacional puso en duda que los miembros de la dupla gobernante puedan justificar su patrimonio, por ejemplo.

Es que esta percepción de la ruptura, viene siendo interpretada  por algunos  de los dirigentes con bilirrubina como una ficción; como la teatralización de una pelea política orquestada de manera maquiavélica por las siniestras mentes del justicialismo: una fuerza política tan perversa, que es capaz de sistematizar un  fraude electoral perfecto (imperceptible incluso a los ojos de la Corte Suprema),  o de realizar un montaje escénico de estas características. Todo ello, claro, con el único objeto de que al hacerse más palpable la posibilidad de desbancar al peronismo del sillón de Lucas Córdoba, se  termine desatando un fuerte internismo  en el seno de los resabios de un Acuerdo para el Bicentenario que por momentos parece más cerca de su fractura  definitiva y  su atomización, que de poder ordenarse para afrontar los comicios venideros.

En Tucumán,  claramente, hay un sector político de la oposición que parece haber visto demasiado aquella famosa serie argenta llamada “Los Simuladores”.

La unidad y sus especulaciones

Distinta es la perspectiva en la órbita justicialista, donde las dudas y la inacción que generan las incertidumbres y las especulaciones (siempre a la orden del día), se camuflan con la modorra post fiestas de fin de año.

Mientras se espera el regreso del mandatario y su resolución en relación a la fecha en que se llevarán los comicios provinciales, la dirigencia pejotista relojea, orejea y mira con atención los gestos y  movimientos de los principales referentes provinciales y nacionales del peronismo.

Con las muestras de acercamiento hacia el sector de  Cristina Fernández de Kirchner por parte de algunos gobernadores como Lucía Corpacci (Catamarca) o Sergio Uñac (San Juan), nada puede hacer suponer  que el Gobernador Juan Manzur  vaya definitivamente a embarcarse en  Alternativa Federal: un espacio que sin un liderazgo claro, a la luz de los hechos recientes, y  luego de la nueva autopostulación presidencial del gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, pareciera destinado a convertirse en el naufragio de (como dijo Spinetta) una balsa que nunca zarpó.

En el seno de la militancia y la dirigencia peronista, salvo  algunas excepciones, no hay dudas de que la pelea entre los muchachos es real. En lo que sí coinciden  varios referentes, funcionarios y militantes de base, es en que entre Manzur, Jaldo y Alperovich, puede haber una reconciliación. O bien, si las elecciones provinciales se llevan a cabo en agosto y el peronismo habiéndose  unificado a nivel nacional, podría dictarse desde allá una “conciliación obligatoria”.

Para la reconciliación, señalan, por lo menos existe la excusa: si desde ambos bandos remarcan la necesidad de que el peronismo salga unido a nivel nacional, es un contrasentido que en la provincia vayan divididos.

Lo que parecieran no entender quienes esperan el final feliz con el abrazo del tridente, es que en la provincia lo que está en juego es el poder, y  Manzur quiere seguir detentándolo. Para eso aprovechó el masivo acto del  Día de la Lealtad, para expresar y explicitar que quiere seguir conduciendo los destinos de la provincia, durante un mandato más, junto a su actual vicegobernador, quien  parece haberse convertido en el socio político favorito del nuevo mandamás provincial. L

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