Por Martín Faciano

Corría Marzo de 2015, cuando en el Frente Para la Victoria se analizaba la posibilidad de ir a elecciones internas para dirimir las candidaturas  presidenciales del FPV. Por entonces, se barajaba la posibilidad de que compitan Daniel Scioli y Florencio Randazzo. Pero antes que se resuelvan los candidatos del espacio, en una entrevista con el diario La Nación el ex Intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, había sido consultado sobre las diferencias que percibía entre Scioli y  Randazzo.

«Uno anda en lancha y el otro en tren», señaló aquella vez el actual Diputado Nacional, e inmediatamente agregó: «Eso sí, Scioli va a 230 km por hora y el tren no anda a más de 60». Así sutil e irónicamente, el influyente dirigente peronista del conurbano bonaerense, caracterizó a los candidatos, sentando su postura en la interna que la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió resolver de la peor manera: a dedo.

Si aplicamos el método Espinoza, para analizar y caracterizar a los dirigentes políticos locales, asociándolos con algún medio de transporte, automáticamente entran a jugar un conjunto de hechos, mitos, representaciones, y quizás también prejuicios, que operan en el imaginario individual y colectivo.

Por ejemplo, la figura del Gobernador Juan Manzur, viene siendo relacionada últimamente con la vía aérea. Tal vez un poco por las nuevas rutas aéreas con las que hoy cuenta la provincia, o por sus recurrentes misiones diplomáticas y gubernamentales al exterior. Como prueba de ello, basta la columna del 17 de Junio de Federico Van Mameren en La Gaceta, titulada » Del sillón al avión».

Pero el avión, también está de alguna manera identificado con el ex Gobernador José Alperovich. Basta recordar, que hasta que se conoció su designación secreta como asesor ad honorem con rango de ministro, había dispuesto del avión sanitario para trasladarse en algunas ocasiones. Todo fue, claro, antes de que Manzur decidiera empezar a tomar un poco de vuelo propio.

No obstante,  cabe aclarar que el vehículo predilecto del Senador Nacional, es la bicicleta, por lo menos así lo demuestran sus instagram histories.

El caso del Vicegobernador Osvaldo Jaldo, es quizás uno de los más difíciles de definir. Su procedencia, que nos remite al Departamento de Trancas, hace que uno automáticamente (en este caso quien escribe) se lo imagine como un hombre de campo. Pero también, debido al lanzamiento del Boleto Estudiantil Gratuito, financiado con excedentes legislativos, se lo puede identificar con los ómnibus. Sin embargo, una de las fotografías más significativas que se tomó en el último tiempo, es la que el hombre en cuestión subió a su cuenta de twitter el pasado 15 de Abril, día en que el Senador Nacional José Alperovich celebró su cumpleaños, al cual el vicegobernador no asistió.

Ese día, el titular de la Legislatura, había participado en Las Talitas de una jineteada, y además de desfilar en caballo, se había vestido de gaucho. Pero para que este detalle accesorio cobre relevancia en esta columna, hay que hacer referencia a un rumor surgido  en un café situado en las inmediaciones del Ministerio del Interior. Allí algunos Delegados Comunales contaron una vez, que en una reunión con los Comisionados, el exgobernador explicitó su anhelo de volver a sentarse en el sillón de Lucas Córdoba, disparando contra el vicegobernador: «No se confundan con el  gauchito de Trancas, que en 2019 vuelvo yo», les  habría dicho Alperovich aquella vez, según recuerdan algunos Delegados que  desde hace un tiempo  observan con atención el galope del vicegobernador, a quien le ven mucho de gauchito pero nada de gil.

Hasta acá, los  ejemplos individuales que en relación a las figuras del oficialismo provincial se pueden ofrecer, en este forzado juego  que consiste en  asociar un dirigente a un medio de transporte.

En una próxima entrega, nos ocuparemos de los dirigentes de la oposición. Mientras tanto vamos a tratar de ir deconstruyendo esa  idea fija en la cual cada vez que se habla de la UCR,  se representa la imagen de un helicóptero, como ese en el que Fernando de la Rúa abandonó la Casa Rosada, o ese en el que José Cano sobrevoló Tucumán antes de abandonar el Plan Belgrano.

 

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