El pesebre del Manzurjaldismo: sin José, pero con «la Burra»

Por Martín Faciano

Cuando  el Papa Benedicto XVI, en el año 2012 presentó su libro «La infancia de Jesús», se generó un gran revuelo. Es que en sus textos, Ratzinger afirmó que Jesús nació en un pesebre donde no había ningún burro. El antecesor del Papa Francisco, explicó entonces que en el pesebre en cuestión, en realidad no había animales, pero sus figuras se han ido incorporando durante el paso de los años, como producto de las interpretaciones que la tradición cristiana ha ido haciendo del Antiguo Testamento.

Lo que para muchos hoy no tiene explicación es como Sergio «La Burra» Mansilla, llegó a participar del almuerzo que el ministro Miguel Acevedo organizó en Ranchillos, para que toda la dirigencia política del interior comulgara con la dupla que buscará la reelección para gobernar Tucumán hasta 2023. Si bien hubieron instancias previas de acercamiento con el alfil alperovichista, nadie podía imaginar que el referente de Aguilares participaría del mitín como si fuera un miembro más del gabinete.

Vale recordar, que al lanzar su precandidatura a gobernador para los comicios provinciales de 2019, el Senador Nacional José Alperovich empezó a construir un discurso en el cual apostó a menospreciar el rol de los dirigentes dentro de las estructuras políticas y los procesos electorales. Quizás ese speech fue lo que motivó a referentes territoriales de peso, como «La Burra», a saltar el cerco.

Pero el caso de Mansilla, no es un hecho aislado. Fácilmente, se puede identificar a más de ¿una decena? de importantes dirigentes que, pese a que políticamente fueron paridos por Alperovich, hoy se encuentran encolumnados detrás del binomio que componen el Gobernador Juan Manzur y su vice Osvaldo Jaldo: Algo que los más dramáticos señalan como una traición pero que en realidad es tan lógico y natural que suceda, como el puerperio posterior a cada parto. Mucho más en el peronismo, donde el norte de la brújula es únicamente emulado por algo tan complejo como es el olfato colectivo del poder, que en definitiva, es lo que guiá y orienta a la dirigencia hacia sus conducciones.

En lo concreto, en términos políticos, el oficialismo provincial ha llegado al fin del 2018, y de su tercer año de mandato, en óptimas condiciones: con la oposición desdibujada, con el adversario interno debilitado y con la tropa propia lista y ordenada.

Si bien, en lo social y en lo económico las condiciones están muy lejos de ser inmejorables, el transcurso de un diciembre sin saqueos ni acuartelamientos policiales, no es poca cosa para un pueblo que hace apenas 5 años experimentó el caos y la barbarie en primera persona. En ese sentido, el gobierno ha tenido la suerte necesaria y la habilidad suficiente como para poder construir y sostener una paz social que (hasta ahora), pese a la irresuelta problemática en torno a la inseguridad, solo pudo verse relativamente amenazada por el paro de transportistas que derivó del conflicto salarial entre UTA y AETAT.

La intervención de Manzur, brindando asistencia financiera para que los choferes de las líneas urbanas e interurbanas puedan recibir sus haberes adeudados, ha sido tan clave para conservar la paz social como el oportuno desembolso de fondos destinados al pago de aguinaldos, sueldos de estatales y Planes Inter Cosecha para los trabajadores de estación.

Hasta ahora, el gobierno pareciera estar preparado para afrontar el desgaste que implica llevar adelante una campaña electoral y una gestión de gobierno de manera conjunta. Habrá que ver como resulta la próxima parada, a comienzos del 2019 cuando (ojalá no) empiecen a azotar las tormentas de verano, cuando formalmente se ponga en marcha el cronograma electoral y cuando comiencen las discusiones por los aumentos salariales para los trabajadores estatales. Por lo pronto, el 24 de Diciembre todos intentarán tener su noche de paz. Después se verá.

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