Por Martín Faciano

El binomio compuesto por el Gobernador Juan Manzur y su vice Osvaldo Jaldo ha dado una nueva muestra de lo sedimentada que está la relación entre la dupla gobernante. Al menos eso se pudo percibir a través de los discursos que el mandatario provincial y su vice brindaron en el ya clásico almuerzo de camaradería que el Ministerio del Interior organizó en Ranchillos, para reunir allí a los Intendentes y Delegados Comunales con  las máximas autoridades del Partido Justicialista Distrito Tucumán.

Pero más allá de lo recurrente que puedan resultar estos mitines en los cuales los discursos parecen repetirse hasta memorizarse, hubo algunas definiciones que posibilitaron a los oradores salirse de sus habituales lugares comunes. Por un lado, el vicegobernador Osvaldo Jaldo, se dio un baño polaco de humildad agradeciéndole públicamente su presencia al jefe municipal de Alderetes, Sergio Venegas, a quien le había enviado un duro mensaje político la semana pasada, cuando el Presidente de la Legislatura asistió al municipio gobernado por el sucesor de Julio Silman, a un un acto organizado por el también ex alcalde de esa ciudad, Aldo Salomón.

El agradecimiento de Jaldo a Venegas, interpretado por los asistentes «en clave de disculpas», fue bien recibido por la mayoría de los jefes municipales presentes que consideran que desde el Poder Ejecutivo se debe preservar la institucionalidad, y que para ello resulta necesario cuidar también a todos los intendentes que, al igual que la dupla Manzur-Jaldo, están en condiciones  y aspiran a ser reelectos en los próximos comicios provinciales.

Por otro lado, el endurecimiento del mensaje emitido por Manzur, fue otro de los aspectos novedosos durante la oratoria del mandatario. Si bien el Gobernador suele ser muy cuidadoso a la hora de adjetivar a los opositores (por ejemplo hablando de «adversarios» y no de «enemigos» políticos), la advertencia de tolerancia cero a la dirigencia que intente poner un huevo en cada canasta, sorprendió a los alcaldes y delegados presentes que fueron testigos de la firmeza con la que el gobernador ordenó su tropa, y de la manera en que la dupla gobernante puede llegar a intercambiar sus roles en el permitido juego político del policía bueno y el policía malo.

Pero más allá de los dichos, en los hechos, tanto la presencia del jefe municipal de Alderetes como la del ex Senador Nacional Sergio «La Burra» Mansilla (quien se sentó en la mesa principal junto a los integrantes del gabinete como si fuera un ministro más) resultaron el condimento principal de un encuentro en el que la dupla gobernante pudo ostentar el encolumanmiento total por parte de la dirigencia que en el interior de la provincia detenta la chapa institucional y/o el desarrollo territorial: algo de lo que hoy a la vuelta de sus vacaciones,  carece más que antes el   precandidato a gobernador José Alperovich.

 

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