Por Martín Faciano

El 1M era una fecha que supuestamente marcaba el comienzo de la carrera electoral hacia la gobernación 2023. Se especulaba con que Osvaldo Jaldo iba a movilizar para hacer una «demostración de fuerzas». Finalmente Jaldo no movilizó y terminó haciendo una demostración de sensatez.

Es que Jaldo ya hizo su demostración en la interna que el PJ tuvo en 2021 y hoy pareciera apelar a la economía de fuerzas. En el 1M, el gobernador interino evitó una movilización que solo le habría servido para la retroalimentación oficialista y para volcar en su contra la opinión pública que detesta estos actos.

Esa opinión pública donde la imagen positiva de Roberto Sánchez no para de crecer; la experiencia de la interna del PJ y el resultado de las legislativas generales, complican el panorama del oficialismo provincial que llegará condicionado (por lo local y lo nacional) a 2023.

Aunque las elecciones nacionales y provinciales son muy distintas, en la oposición ven «la arrimada de 2021» cómo una chance concreta de ganar la gobernación en 2023. Esa percepción de una posibilidad concreta de ganar, hace que en Juntos por el Cambio «todos los ñatos quieran oler».

En la disputa local de la coalición amarilla,  Germán Alfaro y Roberto Sánchez corren con ventaja no solo por haber ganado las categorías que disputaron en las PASO, sino por la manera en que la estructura territorial capitalina y la imagen del automovilista se complementan y potencian. La discusión sería entonces: ¿Quién encabeza?. Un sector de la UCR, con Mariano Campero como principal promotor, ya propone a Sánchez como candidato para encabezar la gran boleta provincial. De hecho, hasta  el ex intendente y actual diputado ya salió a hacer campaña por sí mismo, argumentando que está en condiciones de llevar el rumbo de Tucumán

Mientras tanto Alfaro, que ganó tiempo y espacio con la banca senatorial de Beatriz Ávila, deberá resolver como fortalecer al «alfarismo» en una coalición dónde sus socios los ven como los «feos, sucios y malos». A diferencia de  Sánchez, el capitalino no se autopromociona como candidato ni promueve un operativo clamor en su favor. Habrá que estar atento a los conceptos que Alfaro vierta sobre el PJ local de ahora en más. Quizás Alfaro y Sánchez no puedan llegar a un acuerdo para compartir boletas en 2023 y el de Villa Amalia tenga que mirar a Virgen de la Merced 157 para encontrar viejos amigos de la política capaces de convertirse en nuevos socios electorales en los póximos comicios.

Por otro lado, los condicionamientos locales del PJ tendrán varios aspectos:

1) Aunque Juan Manzur logre conservar su poderío para ser el «gran elector», tendrán que haber acuerdos y consensos en torno a quien secundaría a quien encabece. Esto se relaciona con el punto siguiente.

2) El resultado y las heridas sin cerrar de la interna del PJ. Aunque el manzurismo haya ganado las PASO por algo más de 100 mil votos, no ha podido desterrar la idea de la existencia de un doble comando en el gobierno y en el peronismo tucumano. Y ahí hay una victoria de Jaldo.

Pero la institucionalización del doble comando (que ya existía y se negaba desde el folclore internista) se dio con el arribo de Manzur a Nación, hecho que forzó la renovación de votos en la dupla y convirtió, al menos en apariencias, a Jaldo en manzurista y a Manzur en jaldista.

3) Más allá de los acuerdos de arriba hay que ver qué deciden hacer los de abajo. Aunque en la mentalidad de varios popes las disputas electorales sean solo cuestión de recursos, hay tantos dirigentes manzuristas como jaldistas que tenían otras expectativas post PASO y la verdad es que no se cumplieron.

Y así como en el oficialismo y en la oposición, todos saben que con los resultados del 2021 nadie tiene fuerzas suficientes como para imponer condiciones, también saben que cuando no alcanza para ganar, si puede alcanzar para hacer perder. Y en la que viene nadie quiere perder. Por eso, si en 2023 el peronismo quiere seguir gobernando deberá llevar candidatos que garanticen un piso alto de votos; tengan consenso mayoritario, y puedan captar votos independientes. Claro que también siempre está la otra opción que es «jugar a perder»…

Dejanos tu comentario